Existe una alta probabilidad de que el déficit hídrico se extienda durante el próximo trimestre
Un reciente informe del Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar confirmó la alta probabilidad de ocurrencia del fenómeno La Niña para el trimestre, lo que indicaría una marcada persistencia del actual déficit hídrico. Frente a este panorama, ambos especialistas coincidieron en la importancia de realizar constantes monitoreos y mediciones del agua disponible en el suelo y las capas freáticas. En este sentido, Mirian Barraco -investigadora del INTA General Villegas, Buenos Aires-señaló la importancia de medir y conocer la cantidad de agua almacenada en el perfil de suelo y la profundidad y calidad de la capa freática. Es que, para la especialista, "esta evaluación cuantitativa permite diseñar pautas de manejo que optimicen su uso en los sistemas de producción y, así, evitar pérdidas".
Por su parte, Horacio Videla Mensegue -investigador y extensionista del INTA Laboulaye, Córdoba- reconoció que el agua es un factor "clave" que condiciona los rendimientos de los cultivos en esta región. Y subrayó: "Antes de planificar una estrategia de siembra es importante tener en cuenta la disponibilidad de los recursos agua y nutrientes que se tienen en el suelo para identificar el potencial de rinde de cada ambiente. Sólo así tomaremos las mejores decisiones".
Una estrategia clave para reducir el riesgo de pérdida en años con alta probabilidad de estrés hídrico, como ocurre en eventos Niña, es la diversificación, tanto de cultivos como fechas de siembra, así como estrategias de manejo defensivos en ambientes con restricciones. La siembra de varios cultivos permite tener más flexibilidad y adaptabilidad para las situaciones de estrés que pueden ocurrir.
En este punto, ambos especialistas coincidieron en que uno de los principales manejos defensivos ante el déficit hídrico es demorar la fecha de siembra, tanto sea en las rotaciones con soja o maíz, así como tener precauciones con los cultivos de cobertura, pensando en cortar el consumo de agua en el suelo más temprano para no afectar el rinde de la soja o el maíz. La fecha ideal sería entre el 20 de octubre y el 10 de noviembre y si se ve que el ambiente es aún más restrictivo, habrá que demorar la siembra y optar por una variedad con grupo de madurez más largo o bien cambiar de cultivo. "En todos los casos siempre es clave tener presente para cualquier decisión qué disponibilidad de recursos se tiene a campo y el potencial de rinde de cada ambiente", subrayó.
De acuerdo con la especialista de Villegas, "el déficit de disponibilidad de agua este año está presente en toda la región pampeana, aunque siempre habrá localidades más afectadas que otras". Por este motivo, recomendó no llevar adelante recetas generales, dada la variabilidad que puede haber de un lote a otro, incluso, en la misma zona o región. Si bien los muestreos de agua en el suelo son laboriosos, para Barraco, la información que brindan vale la pena el esfuerzo. En este punto, reconoció que "son pocos los productores que miden el agua en el suelo y la profundidad de las napas". Una manera práctica de resolverlo, indicó, puede ser mediante la instalación de caños de medición o "freatímetros" que permitan monitorear mensualmente la profundidad de las napas.
Por: Redacción