La Federación Argentina de la Industria Molinera dio a conocer un informe en el que sustenta que la informalidad en la cadena productiva
Durante el 2024, la industria molinera argentina procesó 6,24 millones de toneladas de trigo pan, un 0,44% menos que el año anterior. Esta molienda representó 39,4% de la producción de trigo en la campaña 2023-2024, generando 4,68 millones de toneladas de harina y 1,56 millones de toneladas de afrechillo.
La Federación de la Industria Molinera de Argentina estimó que alrededor de 1 millón de toneladas de trigo ingresan a la industria molinera sin ser declaradas, lo que da lugar a una comercialización informal de harina y afrechillo. Este circuito paralelo no solo impacta en la recaudación fiscal, sino que también distorsiona el mercado, generando competencia desleal y afectando a los actores que operan dentro de la legalidad.
Impacto económico y fiscal
El valor del millón de toneladas de trigo que se comercializan en negro alcanza a 199.400 millones de pesos. Tras la industrialización, esto se traduce en una producción de harina valuada en 285 mil millones de pesos y de afrechillo en 34,75 mil millones de pesos.
La pérdida fiscal por esta informalidad es alarmante: solo en la primera etapa de industrialización, la evasión impositiva alcanza los 28,4 mil millones de pesos, de los cuales el 46,1% corresponde a la venta del cereal y el 53,9% a la comercialización de harina y afrechillo. Los tributos más afectados son el IVA, el Impuesto a las Ganancias, Débitos y Créditos Bancarios e Ingresos Brutos, con el siguiente desglose:
-Impuesto a las Ganancias: 10,35 mil millones de pesos (36,4% de la evasión total).
-Ingresos Brutos: 6,29 mil millones de pesos, de los cuales la industria molinera representa el 76%.
-IVA: 5,6 mil millones de pesos, con un 76,2% proveniente de la etapa industrial.
-Débitos y Créditos Bancarios: 6,23 mil millones de pesos, con un 61,6% generado en la molinería.
La segunda industrialización: el eslabón más comprometido
El problema no termina en la molinería. La harina se destina principalmente a la producción de panificados, galletitas y pastas, sectores en los que la evasión sigue siendo significativa. Se estima que el 83% de la harina informal se dirige a la panificación y el 17% a la producción de pastas. En este segmento, la evasión alcanza los 240,5 mil millones de pesos, con el siguiente impacto tributario:
-IVA: 102,96 mil millones de pesos (41,3%).
-Impuesto a las Ganancias: 68,93 mil millones de pesos (27,7%).
-Débitos y Créditos Bancarios: 30,51 mil millones de pesos (13,8%).
-Ingresos Brutos: 38,13 mil millones de pesos (17,2%).
El costo social
Más allá del impacto fiscal, la evasión en la cadena trigo-farináceos afecta directamente a los trabajadores. La falta de aportes previsionales y de cobertura médica precariza las condiciones laborales y pone en riesgo el acceso a jubilaciones y servicios de salud en el futuro. Además, los recursos que no ingresan al fisco podrían destinarse a políticas públicas esenciales.
Para poner en perspectiva, con la recaudación perdida en impuestos nacionales se podrían financiar:
-282.400 Tarjetas Alimentar para familias con dos hijos durante un año.
-238.400 Asignaciones Universales por Hijo (AUH).
En términos provinciales, solo en Buenos Aires, la evasión en Ingresos Brutos equivale a:
-El pago de 50.600 residentes médicos de primer año.
El salario de 76.130 docentes de grado.
Para Faim, combatir la evasión en este sector es fundamental para garantizar condiciones equitativas para los actores formales, proteger los puestos de trabajo y fortalecer las finanzas públicas. La solución requiere un enfoque integral que incluya mayor fiscalización, incentivos para la formalización y campañas de concientización sobre los perjuicios de la economía en negro.
Por: Redacción