El cultivo requiere mucha agua y se lo produce en contadas zonas del país, incluso bajo riego
Investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA y el Conicet obtuvieron a través de la biotecnología plantas de papa que, además de producir más tubérculos, también toleran más la falta de agua. La nueva genética permitiría mejorar los rindes en zonas tradicionales de producción y habilitar el cultivo en nuevos ambientes, según "Sobre La Tierra", el Área de Divulgación Científica y Tecnológica de la Fauba.
Los investigadores resaltaron la importancia del hallazgo en un contexto de sequías más intensas y frecuentes, producto del cambio climático. “La papa es uno de los cultivos más importantes a nivel mundial", explicó Gabriel Gómez Ocampo, docente de la cátedra de Fisiología Vegetal en la Fauba e investigador en el Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (Ifeva/UBA-Conicet).
Según Gómez Ocampo, "en la Argentina se producen anualmente 2,8 millones de toneladas que se destinan sobre todo a la demanda interna, ya sea para consumir fresca, para abastecer a la industria o para producir papa semilla". “El cultivo es muy sensible al déficit hídrico, que reduce su rendimiento tanto en la cantidad como en el peso de los tubérculos, y por eso es que requiere un riego frecuente. Además, las predicciones climáticas indican que el siglo XXI va a ser más árido, con sequías más severas y prolongadas. En este contexto, buscamos una forma de generar plantas de papa que toleren mejor el estrés hídrico”, agregó.
Por medio de la biotecnología, el grupo de investigación que integra Gómez Ocampo, liderado por Javier Botto, docente de la cátedra de Fisiología Vegetal de la FAUBA e investigador del CONICET en el IFEVA, generó una nueva genética de papas de la variedad Spunta, la que más se produce y consume en la Argentina. “Cuando las comparamos con las plantas ‘normales’, vimos diferencias marcadas en su fisiología, su bioquímica y su morfología. Ya sabíamos que rinden un 15% más en condiciones óptimas, entre otras características.
Los resultados del reciente trabajo del grupo, publicado en la revista científica The Plant Journal, sugieren que esta nueva genética también es más tolerante a una eventual restricción hídrica. Bajo condiciones de sequía moderada, las líneas transgénicas que generaron Gómez Ocampo y colaboradores produjeron tubérculos un 11% más pesados que los de las plantas ‘normales’.
En muchos ámbitos, hablar de transgénesis puede ‘activar alarmas’. Por eso, Gómez Ocampo aclaró: “En las últimas décadas, la biotecnología vegetal se centró en producir genotipos resistentes a enfermedades, a plagas y a malezas, y se creó material biológico que trae aparejado el uso de un paquete tecnológico. Esto implica usar agroquímicos, que aplicados en exceso traen daños ambientales y generan rechazo”.
“Nosotros usamos la biotecnología desde un marco conceptual distinto”, enfatizó Gabriel, y añadió: “A la papa le incorporamos más copias del gen BBX21 que tomamos de la planta Arabidopsis thaliana y que se encuentra muy difundido en el reino vegetal. Esto provoca que la papa sintetice una mayor cantidad de proteína BBX21. La tecnología que usamos sólo aumenta el número de copias de un gen que ya se encuentra presente en todas las plantas, y sería inocua para la salud humana y animal”.
Del laboratorio hasta la verdulería
Botto contó que desde hace más de 10 años su grupo de trabajo investiga el tema, con el aporte de varias tesis de grado y doctorales, como la de Gómez Ocampo y la de Carlos Crocco, también docente de Fisiología Vegetal en la FAUBA. Al mismo tiempo, destacó que los estudios se enriquecieron con el aporte de Edmundo Ploschuk y de Anita Mantese, docentes de las cátedras de Cultivos Industriales y Botánica General de esa Facultad, respectivamente, y con la financiación de la UBA, del CONICET y de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación. Además, agregó que están generando una patente con la tecnología en cuestión.
Para finalizar, expresó que en los experimentos futuros les gustaría evaluar si las características positivas que observaron en laboratorio se plasman en el campo. “Para ello es necesario seguir pasos y normas que controlan el material biológico que llega a los lotes, ya que puede tener muchas consecuencias. En esta etapa estamos buscando la colaboración del mundo privado y la incorporación de estudiantes y profesionales que quieran generar plantas que rindan más en condiciones subóptimas de cultivo y así garantizar la seguridad alimentaria”.
Por: Redacción